El propio nombre del río sirve para evidenciar su importancia: la palabra Ebro proviene de Iber, voz indígena que denominaba no sólo a este río sino, por extensión, a todos los demás.
Aunque los expertos dudan sobre si los propios íberos debieron su nombre al hecho de vivir junto al Iber o fue el río el que quedó bautizado con el de sus habitantes, el hecho es que el Iber acabó por denominar a toda la península, con el nombre que tiene hasta hoy: Península Ibérica.
Se trata del río más largo de España (910 km de longitud) y el segundo de la Península Ibérica (el primero es el Tajo), nace en Peñalabra en el Pico Tres mares a 2.000 m de altura, para desaparecer y resurgir en Fontibre (Cantabria).
El Río Ebro recorre 6 Comunidades Autónomas (Cantabria, Castilla y León, La Rioja, Navarra, Aragón y Cataluña).
Su régimen hídrico se encuentra condicionado por la diversidad climática de la cuenca, así de octubre a marzo sufre crecidas debidas a las lluvias oceánicas de cabecera, teniendo el segundo repunte de riadas en primavera, coincidiendo cuando se funden las nieves de las montañas, en verano se produce una acusada reducción de sus caudales.
El valle del Ebro proporciona una próspera vega agrícola (hortalizas) debido a los sedimentos que lleva en suspensión, asó como el sistema de regadío heredado por los musulmanes (riego por gravedad de sus afluentes).
En el siglo XIX se amplió el sistema de regadío mediante la creación de los sistemas de riego como la creación de embalses pirenaicos y canales de derivación.
El sector económico de Aragón es principalmente industrial, aunque el agua utilizada para este fin, junto con la usada para el consumo humano es insignificante, ya que el 80% del agua se utiliza para regadío.
En cuanto al uso que se le da al río, los tramos medio y alto son utilizados por los aficionados en la pesca deportiva, en su tramo bajo con fines pesqueros.
En las últimas décadas la calidad de las aguas de este río ha sufrido un gran deterioro debido a la contaminación directa de vertidos, o difusa originada por el lavado de las sales, fertilizantes y pesticidas agrícolas, aunque la aparición de nuevas depuradoras están mejorando la situación.